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jueves, 29 de abril de 2010

VOLA SEGURO SIGUIENDO ESTOS AERO VERSOS

De la obra Fumigando, cuyo autor es Vicente Bonvissuto, podemos continuar aprendiendo seguridad aérea en forma de versos, les aseguro que nos veremos reflejados en esta poesía que nos recordará algunos secretos de la aviación, y nos alegrará el momento. Gracias condor Canavessi por compartirlo.

Si no te invadiera el alma
al sentarte en el avión
esa extraña sensación
de saberte transformado,
será que no estás creado
para esta profesión.
———
No te olvides que el avión
se desplaza por el aire;
lo hace esbelto, con donaire,
pero no tiene conciencia.
Pilotealo con prudencia
y no molestes a nadie.

Comentar con aviadores
las incidencias del vuelo,
podrá descorrer el velo
de una duda que te invade,
pero buscá al que más sabe
y encarálo sin recelo.

Siempre te sobre en los tanques
combustible largamente.
Que tu conducta consciente
sea tu timbre de honor.
Un minuto de control
ahorra horas y gente…

No decoles si te intriga
un ruido que no es normal
pues conviene subsanar
los males en su comienzo.
Si bajás a comer pienso
dirán que sos animal.

Si no anda el inyector
o no lo querés usar,
podés el motor cebar
girando “sin - reducido”
y al poner el encendido
seguro que va a arrancar.

Cuando el humo sale negro
señal de motor ahogado
por gliceur descalibrado,
nivel, o aguja no cierra,
debido a pelusa o tierra
o flotador arruinado.

A veces también se ahoga
por asiento defectuoso,
o el cebador está ocioso
y hasta se pudo trabar,
o el hielo empieza a formar
sus paredes alevoso.

En cambio si el humo es blanco
está quemándose aceite
y en manera coincidente
se empastarán las bujías;
pueden ser aros o guías,
rayones y otro accidente.

Motor con bujías sucias
se aplasta como resorte,
pues sin adecuado aporte
de chispa a la compresión,
perderás en el avión
capacidad de transporte.

La falta de combustible
la acusa el carburador
que se pone tosedor
y si es rítmica la llama,
quizás el motor reclama
que registres la admisión.

De tal suerte no llega
la nafta al carburador
y se te planta el motor
por un descuido inaudito.
¡Y a nadie le importa un pito
más tarde tu explicación!

Los tanques debés purgarlos
poniendo en línea de vuelo,
que de otro modo -entendelo-
el agua no sacarás
y a poco que decolás
te venís de nuevo al suelo.
¿Qué hacés con los tanques llenos
si el agua les tapa el paso?
Esto es grave -haceme caso-
porque acordate hijo mío,
que una gota de rocío
puede llevarte al fracaso.

Si se limpia el filtro de aire
con asidua terquedad
para que pueda llegar
el aire al carbudador
calculá cuanto mejor
al de aceite hay que limpiar.

La tierra vuela impalpable
mezclándosele al aceite
y al motor condena a muerte
esa especie de esmeril,
más lo podés prevenir
cambiándolo asiduamente.

Tomá en cuenta estos consejos
cuando drenás el aceite:
al viento no le des frente
porque se ensucia el avión
y es primera condición
que el motor esté caliente.

Alzando un poco la cola
el cárter busca nivel
lo cual te permmite ver
correr un chorrito más
y con él desalojás
durezas que pueda haber.

Hablar del nivel de aceite
es caer en redundancia
dada la enorme importancia
de toda lubricación;
sin nafta no anda el motor;
sin aceite se desgranza.

Los números del aceite
tienen un significado;
vos usá el recomendado
por quien fabrica el motor:
pesado si hace calor
y en invierno más liviano.

Hay aviones tan maletas
que no valen medio cobre
y aunque entusiasmo te sobre
es fácil que te remaches;
que algunos tienen más parches
que carpa de circo pobre.

Controlá bien los sistemas
por orden de prioridad;
a saber: profundidad,
incidencia y dirección,
alerones y visión,
motor y comodidad.

Un parabrisas bien limpio
es cuestión fundamental;
que tenga diafanidad
y no deforme el paisaje.
El que viendo bien, trabaje,
no tendrá dificultad.

Salí con viento de frente
salvo raras ocasiones.
La regla tiene excepciones
que podrás aprovechar
según la necesidad
y tus propias condiciones.

La dirección de los vientos
se aprecia por los molinos
o mirando en los caminos
la tierra que se levanta,
la inclinación de las plantas,
humo y oleaje marino.

Sacrificá si es preciso
la dirección de salida,
que una pista recorrida
y encontrada en buen estado,
suele dar buen resultado
y no se arriesga la vida.

El pasto -si es muy crecido-
no permite decolar,
porque después de arrancar
la máquina no se embala.
Si la pista está muy mala
no es difícil capotar.



Más no podés ignorar
el riesgo que hacerlo encierra
si está muy blanda la tierra
o si hay pozos escondidos.
Donde se asienta el descuido
suele reinar la tragedia.
—–
A obstáculo con alzada
tratá de pasarle abajo,
aunque tiene este trabajo
imprevistos tan variables,
que un simple hilo de cable
te puede arrancar de cuajo.

No te duermas en la gloria
cuando todo te va bien.
Noventa y nueve no es cien
y aunque falte sólo uno,
el traspiés inoportuno
sucede en un santiamén.
—-

Gasta un avión hangarado,
gasta cuando está esperando
y si se va trasladando
produce gastos tremendos.
Sólo rinde dividendos
cuando vuela trabajando.
—-
Dar motor si te vas largo
al querer aterrizar,
no te debe avergonzar
que a todos nos ha pasado;
si el cálculo te ha fallado
debés volver a empezar.

El avión en todo caso
debe hacer tu voluntad,
sin permitirle alterar
lo que tenés proyectado.
Es un tigre amaestrado
siempre dispuesto a matar.

Si se te planta el motor
la vez que estás decolando,
mantené el avión picando
en el rumbo que llevás.
Nunca vuelvas para atrás
que vas a quedar pagando.
—-
Se pierde noción de altura
volando en la tierra arada,
mas si en una encrucijada
tuvieras que aterrizar,
los surcos debés tomar
a lo largo y de aplastada.

Un lote muy pisoteado
por la hacienda ya no es pista,
debés aguzar la vista
y no aterrizar si es torpe,
que el tren recibe más golpes
que aguantador de chapista.
—-
Debés parar el trabajo
si amenaza un temporal
y la máquina amarrar
de cola a su atropellada,
la palanca bien atada
en posición de picar.

Cuando debas amarrar
al terminarse los vuelos,
hacé pozos en el suelo
para ubicar el rodado
con los comandos centrados
y atado según los medios.

Si atás la soga tirante
no lo dejás balancear
cuando la brisa al pasar
solivia medio las alas.
Estaca a soga estirada
termina por aflojar.
—-
Preferí la lluvia fuerte
que volar en la neblina.
Aquella es una cortina
que casi no impide ver;
la otra es artera y cruel
porque ataca a la sordina.

No penetres en la nube
con aspecto borrascoso
que su fuerza de coloso
le revuelve las entrañas.
Esquivala, date maña
que cruzarla es peligroso.
—-
Cuando Lindbergh cruzó el mar
le ofrecieron mucha plata
para llevar una carta
y no la quiso aceptar,
no por no necesitar,
sinó por cargar más nafta.
—-
No enfundes el parabrisas
para que no se te moje,
porque en el tire y afloje
se raya que es un contento
y agrava ese mal el viento
con el efecto del roce.


Es muy difícil que fallen
los dos magnetos a un tiempo.
Revisá los elementos
principales y accesorios,
porque sería irrisorio
desarmar sin fundamento.

La hélie es traicionera
y pega sin avisar;
no la dejés de mirar
cuando pasás cerca de ella.
A pesar de ser tan bella
que no te vaya a atrapar.
La hélice de metal
es mejor por dondequiera;
corta pujante y certera
el aire por donde avanza
y a los bichos los despanza
sin inmutarse siquiera.
—-
No sueltes nunca el comando
salvo por ver el centraje.
Siempre te sobre coraje
y ante cualquier imprevisto
debés estar siempre listo
si querés concluir el viaje.

Avión que se lava al sol
queda horrible de manchado
y el color arrebatado
delata el grave descuido,
no teniendo revenido
lo que ya se ha disipado.